Heeyyy. Soy una bloggera terrible, lo sé. Pero de repente he empezado el segundo cuatrimestre y tengo anatomía y un millón de cosas.
De momento os pongo esto. En el blog de Augi veréis tarde o temprano un nuevo tag que estuvimos planeando cuando vimos la primera temporada de One Punch Man en una noche. Echo de menos esa noche.
En fin. Algún día tendré que continuar con la historia en inglés. Mientras tanto:
(Capítulo 13)
Se acercaba el
otoño y el cielo ya había oscurecido, tenía un bonito color azul marino plagado
de estrellas. No tenían nada que hacer en el arroyo, aunque probablemente no
tenían nada que hacer en ningún sitio, y cerca del agua y la vegetación
estarían más fresquitos. Porque debían de hacer, por lo menos, treinta y cinco
grados, incluso a esa hora. Era poco probable que las temperaturas bajaran en
condiciones, al menos hasta mediados de mes.
El arroyo no
era más que un hilillo de agua que corría por la montaña desde un punto que no
resultaba visible. Ángel podía imaginarse un inmenso ojo de piedra llorando, y
que aquella fuera su lágrima, que corría por una mejilla impertérrita en
dirección al mar. Tenía la impresión de que en otras épocas del año el caudal
era más grande. Pero con las temperaturas del verano y la falta de lluvias,
estaba bastante reseco.
Vio una roca
bastante alta y, sin pensárselo dos veces, se encaminó hacia ella y empezó a
trepar. Kioni murmuró detrás de él:
-¿Qué
demonios...? Ángel, ¿estás loco? ¡Para! Raúl y Annie y... y... Marco me
matarán.

-Vale, y ahora
que has hecho tus bravuconadas, puedes bajar de ahí.
La chica se
había cruzado de brazos. Se sentía como una madre. Aunque perdió toda su
compostura cuando el joven volvió la vista hacia ella, aunque no era realmente
a ella a quien miraba. Le brillaban los ojos, un brillo extraño que la dejó
petrificada, que la incomodaba. Era como un taladro, intensa, penetradora.
Nunca antes lo había visto así.
Parecía...
feliz. Victorioso, incluso.
-Y pensar que
hace tan solo un mes- musitó, sacándola de su ensimismamiento- le tenía pánico
a las alturas. Ahora me hacen sentir...- Cogió una bocanada de aire limpio,
libre de toda la contaminación de la ciudad y susurró, mirando hacia la lejanía-:
Soy libre.
La joven sintió
una punzada en el pecho. Era extraño. De repente quería abrazarlo, quería que
compartiera con ella esa sensación de libertad. Hacía tanto tiempo que no la
sentía ella misma. Desde que llegó a España, prácticamente. Antes... cuando era
bastante pequeña... no había sido feliz. Ni siquiera había sido realmente
libre. Pero creyó que lo era. Así que contestó:
-Ya. Ojalá yo
también pudiera sentirme así.
De nuevo,
volvió a mirarla, y en esta ocasión su mirada sí parecía ir dirigida a ella.
Seguía siendo intensa y profunda y, sin embargo, esta vez se la dedicaba. De
alguna forma, podía notarlo.
-Haré todas las
pesas que pueda. Me fortaleceré. Le daré caña a mis músculos hasta que no
puedan más, hasta que griten de dolor. Y, cuando por fin sea tan fuerte como
Marco, te llevaré conmigo. Quizá no seas tú quien mueve las alas, quizá no sea
como si de verdad volaras tú. Pero haré el intento de que sientas lo mismo que
yo siento ahora mismo.
-Ángel...-
suspiró la chica, conmovida.
Sabía que no
solo tendría que fortalecerse él, sino también sus alas. Y la tarea sería
difícil. Ya le resultaba difícil a Marco, y él era el que batía sus
extremidades con más fuerza. Soportar el peso de otro cuerpo... De un cuerpo
alto con músculos bastante desarrollados, con huesos que no fueran huecos.
Tenía ganas de
llorar. De repente. Y no podía permitirlo.
Se le pasaron
enseguida gracias al joven, quien se quitó súbitamente la camiseta y,
enroscándola en una bola, se la tiró. Entonces sacudió los brazos y las alas y
movió la cabeza de un hombro a otro.
-Algún día de
estos me tengo que hacer una camiseta con agujeros en la espalda- musitó. Y se
dispuso a saltar al vacío.
-¡Ángel, no!
Tiró la
camiseta al suelo y se lanzó a por el chico, sujetándolo por la muñeca en el
último momento y tirando de él. Perdió el equilibrio y cayó por la superficie
de la roca hasta que dio con el suelo. O, más bien, Kioni se interpuso en su
camino y dio con el suelo, mientras que el muchacho caía sobre ella.
-¡Au! En serio,
¿cómo pueden esas alitas levantarte del suelo? Pesas lo suficiente para
aplastarme las costillas.
-Eso sucedió
después de que entrenara un poco- replicó el otro con un gruñido,
incorporándose a duras penas. Tenía el brazo izquierdo lleno de rasguños y el
derecho con el dolor punzante que precedía a un moratón-. Igualmente, ¿para qué
me tiras al suelo?
Lo siguiente
que hizo fue darse cuenta de la expresión con que lo miraba la joven, una
mezcla extraña de emociones. Confusión, rabia, miedo y... no fue incapaz de
identificar la última. Se dio cuenta de que estaba prácticamente encima de
ella, las piernas a cada lado de su cuerpo y las manos a cada lado de su
cabeza. Sintió una sensación urgente, un calor que se extendía por cada célula,
por cada átomo que lo componía. Quizá fuera por el calor que le transmitía la
chica que estaba bajo él.
Daba igual.
Empezaba a sentirse incómodo. Se levantó rápidamente.
Buena semana. Hasta la próxima <3
Bueno, vale, lo estás consiguiendo... Poco a poco Ángel va cayendo ligeramente mejor. Ligeramente. Ya veremos cómo avanza xD
ResponderEliminar¡Un beso!
Yay!! :D Seguiré trabajando en ello xD
EliminarNo, sí, yo creo que al final te puede gustar (?) No le tengas tanta tirria que no es tan horrible, por lo menos he hecho que admita sus defectos xD
1 kizz xoxo (wut)