domingo, 31 de enero de 2016

Fragmentos: Con la vista hacia el cielo (XXVI)

Vorví :'D He acabado los exámenes y queda que me den las notas de un par, pero de momento lo llevo bien. Aun así voy a ser rauda y veloz porque quiero hacer el vago mientras puedo. Sí, lo sé, ya sea por hacer el vago o por estudiar, no le presto la atención que debería al blog. Perdón -_-'

El caso es que aquí dejo otro cachito de novela. Esta continua directamente con el otro pero me pareció adecuado ponerlo.


(Capítulo 13)


Alguien tocó con los nudillos la pared de piedra del pasillo, junto a la cortina que daba paso a su habitación. La chica se levantó con un breve suspiro de exasperación. Lo más probable era que fuese David. Si no, sería Raúl, o Marco en su lugar, para mandarle a hacer cualquier cosa, ya que por fin había encontrado algo de tiempo libre. En el más extraño de los casos, se imaginó que sería Annie, con quien no había hablado desde el incidente de... aquel día. Porque Bea se limitaba a quedarse en su cuarto, para lo que fuese; hacía las cosas que le mandaban allí, o en algún rincón de la biblioteca.
Así que abrió la cortina con resignación, dispuesta a responder con su típica sequedad y atención. Sin embargo, la sorpresa que se llevó la dejó suficientemente anonadada como para que el chico que se encontraba delante de la puerta esbozara una sonrisa amarga, tan característica de él, y musitara:
-Hola. Supongo.
Cuando por fin logró reaccionar, la muchacha entrecerró los ojos y corrió bruscamente la delgada tela, aunque los reflejos de Ángel fueron lo suficientemente rápidos como para que la sostuviera antes de que la cerrara por completo.
-Kioni...-comenzó con un suspiro, a lo que la otra contestó rápidamente:
-Largo de aquí.
-Sé que te preguntas cómo es que he venido...
-Más bien me pregunto cómo te has atrevido a venir a mi habitación para dirigirme la palabra.
El joven volvió a suspirar. Sacudió débilmente la cabeza y se pasó una mano por el pelo. Parecía estar pensando qué decir. Y estaba claro que no lo tenía muy seguro, porque se quedó mirándola, suplicante. Kioni empezó a dudar, y el otro supo que esa sería su oportunidad.
-Fui un imbécil...
-¿Solo?
-...lo sé, ¿vale? No tiene excusa. Y lo siento. Pero tú me pegaste, y no digo que no me lo mereciera- añadió rápidamente al ver que iba a replicar-. Por eso te estoy pidiendo perdón. Y con esto no es que esté sugiriendo que tú también te disculpes. Solo quiero que estemos en paz.
-¿Y a qué viene este cambio de parecer, si puede saberse?- respondió Kioni tras un momento de silencio, cautelosamente cruzándose de brazos, como si así pudiera levantar una barrera invisible entre ambos.
-La verdad...- El chico parecía estar pensando si decirle la verdad. Finalmente admitió-: Annie vino a mi cuarto. Me hizo darme cuenta de que soy un capullo y vine a pedir perdón. Ese es el resumen.
-¿Annie? No me lo creo. Probablemente...- Suspiró con exasperación-. Ya está haciéndolo otra vez, intentando caerle bien a todo el mundo. Si cree que así me está haciendo un favor...
-Espera un momento, he venido aquí, quizá con un pequeño empujón, pero por mi cuenta y buena fe. No empieces a inventarte planes malvados de Annie.
-No la...
-Mira- la interrumpió el joven-, no quiero tocar el tema, ¿pero por qué no olvidas por un momento tus prejuicios y la miras tal y cómo es? Además, no es que pretenda hacerte un favor, ni mucho menos, aunque me parece que una tregua definitiva nos vendría bien a los dos. ¿Qué dices?
Kioni apartó la mirada y contestó con voz quebrada:
-No puedo creer que vaya a confesar esto... De todas formas, ya da igual. Porque he intentado por todos los medios olvidar lo que me dijiste. Y no puedo. ¿Sabes por qué? Porque es verdad.
-Kioni...
-No. Es verdad. Y por eso es más difícil perdonarte. Porque la verdad es horrible.
-Debería haberme callado. Lo sé.- Incómodo, acabó por cruzarse de brazos él también-. No era asunto mío, me metí dónde no debía. Repítemelo todo lo que quieras, tienes razón. El caso es que el daño ya está hecho, y lo único que puedo hacer es seguir pidiendo perdón.
-No es suficiente.
-Nunca lo es.- Silencio. Por fin el chico añadió-: Mira, si te vienes conmigo a dar una vuelta por el bosque, para tener una charla agradable y esas cosas que hace siglos que no compartimos, te dejaré que me pegues todo lo que quieras. Aunque preferiría que me dejases vivo- apuntó con sorna, ocultando el temor y la cautela de su voz. No sabía con qué podía encontrarse cuando se trataba de chica.
Lo escrutó durante un instante demasiado largo, con esos bonitos ojos negros y profundos entrecerrados, analizándolo con una expresión extraña. Cuando por fin pareció decidirse asintió una vez, un gesto breve y seco. Estaba tan seria que el joven no supo qué pensar.
-De acuerdo, entonces. Una vuelta. ¿A las nueve?
-Vale.
-Una última cosa.
Ángel esperó, paciente, manteniendo la compostura mientras Kioni se acercaba a él. Temía que le diera una bofetada. Sin embargo, le había dicho que podía pegarle cuanto quisiera y, a pesar de que había guardado la esperanza de que no le hiciera nada, sabía que tenía que descargar de alguna forma el enfado que sentía hacia él.
De todas formas, no sufrió como se esperaba. En lugar de golpearle, con un movimiento veloz le dio un pellizco en el brazo. Gritó, sorprendido, ante el agudo dolor.
-Tú mismo lo has prometido- respondió ella con una sonrisa socarrona. No obstante, había una chispa de calidez y simpatía en su mirada, algo que no estaba antes, aunque quedaba camuflada por el dolor y una rabia contenida-. Y ahora, fuera de aquí.
A pesar de que le cerró la cortina en las narices, el joven no pudo evitar sonreír.

Pasad una buena semana mis leales seguidores ;-*

lunes, 25 de enero de 2016

Un poema, un sentimiento: Imposible

Soy una bloggera terrible, lo sé \(º-º\) (/º-º)/

Pero por ahora he vuelto para subir un poema que escribí hace tiempo. Lo que pasa es que cuando lo escribí me sentía demasiado mal como para subirlo. Por si no se nota. Por lo deprimente del poema. Otra vez.

Joder, el 99% de mis poemas son deprimentes. Meh.

Lo bueno es que solo me queda un examen. Embriología. Y he terminado de estudiarme el temario así que puedo hacer algo durante el resto del día. Diréis, ¿no vas a repasar? Nah. Solo conseguiría deprimirme. Y llevo deprimida desde Navidad así que mejor no xD

Espero que el pronóstico sea bueno y que pueda seguir subiendo cosas igual que el año pasado. Si lo he aprobado todo tendré dos semanitas para mí solo *le reza a batman* Ahora intentaré seguir escribiendo la novela. Sí, la que dejé de escribir hace medio siglo año. Ojalá no me quede en blanco. Como siempre me pasa cuando paso una buena época sin escribir. Me recuperaré.

Imposible

¿Perdida? Sí.
¿Y arrepentida? Quizá.
Pero no de nada más
que de vivir
y respirar.
Me ahogo en un mar
de responsabilidades.
De imposibilidades.
Las palabras bonitas
no me dan la vida.
Estoy demasiado lejos de la orilla
como para que puedas rescatarme.
Para eso tendrías
que hacer desaparecer el mar.
Pero eso es otra
imposibilidad.
Impotencia.
Esa es la palabra.
¿La has sentido alguna vez
clavándote las garras?
Todos dicen que sé nadar,
y yo digo que no saben nada.
Estoy cansada y no puedo más.
Nunca fue lo mío
luchar y patear.
Es lo que ocurre
cuando entregas tu vida
a cruzar el mar.
Es imposible.
Una imposibilidad.
Y si le entregas tu vida
se la llevará.


PD: si me porto bien, el martes empezaré a pasarme por vuestros blogs de nuevo. Si no decido ponerme a hacer el vago. Si lo hago confío en que me perdonaréis. De todas formas de esta semana no pasa que visite vuestros blogs.

Un beso muy fuerte, espero que estéis teniendo un buen mes (a mí se me está pasando como un rayo). A más ver ;-*

martes, 5 de enero de 2016

Fragmentos: Con la vista hacia el cielo (XXV)

Heeeey... Sé que no estoy siendo muy formal con el blog. Lo intento. Pero el 7 empiezo exámenes (see, mejor regalo de Reyes :'D) así que he estado bastante liada. Y lo seguiré estando hasta el 26. Hasta entonces, no podré pasarme por vuestros blogs. (Sí, sé lo que estáis pensando: hace muuucho que no te pasas por nuestros blogs y no comentas. La mayoría tenéis ochenta mil seguidores y no creo que os importe demasiado. Aun así, tengo intención de hacer ronda de comentarios cuando acabe los exámenes.)

Pues nada, aquí tenéis la novela. A ver si la continúo. Hace como siglos que no escribo de la novela. Ioro.

Capítulo 13

La rutina de Ángel era simple: por la mañana, de diez a doce, atendía a las clases de Raúl, quien se tomaba muy en serio la educación, de doce a una salía a correr, de una a dos comía, a partir de las dos se encargaba de lo que fuera que el líder del clan le había mandado y el resto del tiempo que le quedaba permanecía en su cuarto, entreteniéndose con su gorrión. Annie sabía que, si fuera por él, saldría a volar, pero tanto el jefe como Marco habían decidido que no era cauteloso y que, tanto por su bien como por el del clan, era mejor que no saliera hasta que reflexionara un poco sobre el riesgo que corría cada vez que salía a volar sobre la montaña sin reparos.
Lo que más molestaba al chaval era lo absurdo del castigo, como si no tuviera más de diez años. Aunque, claro, era perfectamente consciente de que los adultos tenían razón.
La mujer llegó a su cuarto sobre las seis, pensando que probablemente estaría en su habitación. No se equivocó. Tirado sobre la cama con expresión de aburrimiento, le lanzaba comida al gorrión, de un punto a otro, para que este volara constantemente detrás de las migas. Parecería que le estaba gastando una broma pesada si no fuera porque ambos, tanto chico como ave, parecían inusualmente amigos.
Desde la cama, el alado le lanzó una mirada breve y, volviendo a centrar su atención en Líber, inquirió:
-¿Qué quieres?
Algo irritada, lo cual no era muy común en ella, respondió, bromeando:
-Hola, ¿eh?
-Perdona. Hola. ¿Qué quieres?
Se encogió de hombros.
-¿Qué estás haciendo?
-¿Acaso no se ve? El imbécil.
-Hm...- replicó ella, pensativa-. Más que el imbécil, yo diría que estás haciendo el vago. No está tan mal. Todos tenemos derecho a hacer el vago.
-Supongo. En serio, Annie, ¿qué quieres? Si he aprendido algo, es que la gente no suele meterse en mi cuarto por aburrimiento.- Hizo una pausa y entonces añadió en voz baja-: Salvo Pol...
La otra supo que lo había dicho más para sí que para ella, así que hizo como si no lo hubiera escuchado. Por el contrario, preguntó:
-¿Qué tal tu... ya sabes?
Hizo un gesto con la cabeza hacia su mandíbula. El joven volvió la cara hacia otro lado, de alguna forma avergonzado.
-Mejorando.
-¿Puedo preguntarte una cosa?
-Como si no hubieras preguntado cosas hasta ahora- replicó Ángel, irónico.
-Ya, pero es que... Bueno, da igual.- Cogió aire, armándose de valor, consciente de su posible reacción-. ¿Qué pasó aquel día?
-¿Qué día?- quiso saber el joven, repentinamente frío, escrutándola con ojos entrecerrados.
-Sabes perfectamente a qué día me refiero.
Ángel se quedó un momento en silencio, serio e imperturbable, una extraña oscuridad tintando su mirada. Giró la cabeza para observar en una calma perturbadora al animal. Finalmente volvió a contemplar el rostro aparentemente sereno de la mujer.
-Hablamos. Y luego discutimos. Y, bueno, está claro que Kioni no tiene mucha paciencia. Ni mucho trato con la gente...
-No, Ángel, eso no es así- repuso Annie, usando su tono más serio posible, sin que resultase condescendiente-. Es cierto que tiene mucho carácter, pero no va pegando a la gente por cualquier motivo. ¿Qué le dijiste? Debió de molestarle bastante para que te hiciera eso.
-No dije...
-Ángel- advirtió la otra.
-Bueno. A lo mejor dije algo que le molestó bastante. O mucho. No sé.
-¿Qué le dijiste?
Hizo una mueca.
-No creo que sea conveniente decírtelo...
-¿Por qué?- Pero entonces entrecerró los ojos, sabiendo que la incumbiría a ella, por la expresión de ira y fastidio con que la había estado mirando últimamente-. Mira, probablemente tengas razón. Prefiero no saberlo. Igualmente, sea lo que sea más te vale que lo soluciones.
-¿Qué?- chilló-. ¡Si yo no he hecho nada malo! ¡Ha sido ella la que me ha pegado!
-Estoy segurísima de que tienes algo por lo que disculparte, Ángel- espetó la mujer, perdiendo la paciencia-. Y me encargaré de no dejarte tranquilo hasta que lo soluciones.
-No pienso...
-No quiero llegar a los extremos, pero es posible que convenza a Marco y a Raúl de que tu actitud no es lo suficientemente buena como para que te dejen salir, ni siquiera a correr.
-¿Es eso una amenaza?- replicó el otro con un tono mortal; sabía, no obstante, que no podía hacer nada.
-Sabes que me gusta tan poco como a ti, Ángel- suspiró Annie-. Aun así, esto ha llegado demasiado lejos. No puedo permitir que sigáis comportándoos así. Es malo, para todos.
Sin más dilación, demasiado cansada como para siquiera despedirse, abandonó la sala, con las alas moviéndose nerviosamente debajo de su camiseta, insegura de estar haciendo lo correcto. Sin embargo, había dejado al chico pensativo, planteándose seriamente las palabras de la mujer, ya no solo por su amenaza, sino también por la verdad que había tras ellas.
Se había comportado como un capullo. Había dicho lo que había dicho conscientemente, intentando herirla. Era cierto que Kioni le había pegado. Y se lo tenía merecido. Ahora era ocasión de responder por sus acciones y, sobre todo, por sus palabras.

Espero que le pierdas el asco al chaval, Val xD

Ya de paso aprovecho para decir todo lo que no he dicho hasta ahora y que debería haber hecho.
¡¡¡¡Feliz Navidad!!!!

¡¡¡Feliz Año Nuevo!!!

¡¡¡Que los Reyes os traigan muchas cosas!!!

Seeee, llego muy tarde. Pero watcha gonna do? Así que aprovecho para poneros una cansión presiosa de un juego presioso:

Gran canción para empezar el año

Pokemon - Vulpix