(Capítulo 12)
Volvieron
andando a la cueva. El jefe le ofreció un poco de comida de la cocina y el
joven lo agradeció con una sonrisa. Se había levantado muy pronto y, desde
entonces, no había comido. A pesar de todo, de alguna forma extraña, no tenía
apetito. Estaba demasiado nervioso, demasiado tenso.
Había logrado
comer un par de galletas cuando escuchó un inconfundible barullo en el salón.
Se levantó rápidamente y salió de la cocina, deseando que se tratase de lo que
él creía que se trataba.
Y, en efecto,
una joven negra se encontraba en medio de un círculo de inquietas personas
aladas, con Marco tras ella, las manos sobre sus hombros y una sonrisa de
alivio en la cara. Sin embargo, había algo que no iba bien. Parecía
indudablemente derrotada y, a pesar de que no la conocía demasiado, creyó ver
dolor detrás de su mirada. No paraba de dirigirla hacia el suelo, pero cuando
él y David entraron en la sala, comenzó a trasladarla de uno a otro, como
pidiendo disculpas.
Los demás,
aparentemente ajenos a esto, daban la bienvenida a la chica con sonrisas y
preguntas - menos Bea, claro -. No obstante, los dos jóvenes fruncieron el
ceño, conscientes de que había algo que no iba bien.
-¿Qué pasa?-
preguntaron los dos, casi al mismo tiempo. Las sonrisas desaparecieron,
sustituidas por expresiones de preocupación.
-¿Ha sucedido
algo, Kioni?- quiso saber Raúl, su tono serio, cuando la otra no contestó.
Cruzó los
brazos, como intentando protegerse, nadie sabía de qué. Volvió a apartar la
vista de cualquier rostro de la habitación. Contemplaba la pared, el techo, la
mesa, todo era más interesante que las caras de las personas que tenía
alrededor. Fue una última palabra severa por parte del jefe lo que le dio el
último empujón para que se sincerase.
-Kioni...
-El mercado
negro. Ha desaparecido.
-Se ha
disuelto.- Por fin se dignó a mirarlos a la cara-. Los policías... El Gobierno
los ha descubierto, no sé cómo y... lo han cerrado. Probablemente...- Cogió
aire-. No sé qué ha sido de Pantera, pero Bicho y Zorro, y los demás... Por lo
que he descubierto, están en la cárcel. Los pillaron por sorpresa, los
interrogarán y no parece que vayan a soltarlos.
Todos quedaron
estupefactos, especialmente los jóvenes que habían experimentado en carne viva
la personalidad amable y bromista de los miembros del Ojo Negro. Para David y
para Ángel, durante un periodo de tiempo, habían sido su familia. Para Kioni,
unos amigos en quien confiar, que les proporcionaban sustento a todos los
miembros del clan por un precio razonable - la mayoría de las veces se cobraban
sus productos con favores -.
-Yo... Lo
siento, chicos- dijo la muchacha, frustrada; cada vez se notaba más que
intentaba evitar las lágrimas-. Si pudiera hacer algo...
Con la
mandíbula apretada, David dio media vuelta y se marchó de vuelta a su cuarto,
cerrando bruscamente la improvisada puerta de madera tras él. Kioni se cubrió
la boca con una mano y cerró los ojos con fuerza, acosada por una culpabilidad
sin sentido. Marco la abrazó, borrando de su mente la posibilidad de ir él
mismo a tranquilizarla. Y, a pesar de todo lo sucedido, por una estúpida razón
aquello lo molestó.
Silbó para
llamar a Líber, que se posó en su dedo, y se dirigió al exterior, sintiendo el
corazón de plomo.
No volaría. En
cambio, como había hecho mientras estaba en el campamento de Zorro, correría.
Allí hasta donde sus pies y músculos le permitieran. Correría y no se
detendría.
Pobre mercado negro... Hay que ver lo que sufre... Pocos son tan desgraciados como él xD
ResponderEliminarNah, como de costumbre, está bien, aunque yo sigo creyendo que aparecerá la tortilla de un momento a otro xD
¡Un beso!
Estás deseando que alguien se estrelle contra el suelo, y hasta que no lo hagan no te quedarás tranquila -.-' ¿Pos sabes qué? VALE. Tortillazo que meteré al final xD
EliminarDat economy stragle tho :S
Love. Take it. TAKE THE LOVE.
:3