Fragmentos: Con la vista hacia el cielo (XVIII)

Una vez más, un viernes más ^-^ En este fragmento (WOA WOA SPOILER o no xD) consiguen que Ángel empiece a volar, aunque no de una forma convencional, más bien marvada >:D Espero que os guste jaja.

(Capítulo 11)

Se detuvieron entre una fila de árboles, con la empinada ladera de la montaña extendiéndose frente a ellos, cayendo al vacío prácticamente en vertical. La vista hizo que al joven le dieran náuseas. Tenía miedo a las alturas. Ahí estaba el otro fallo. ¿Cómo iba a ser capaz de volar si le daba pánico? Estaba a punto de explicarle eso cuando Raúl puntuó:

-Soy consciente de que no puedes hacer nada. Probablemente nunca puedas, así, intentándolo pasivamente...

Adelantó un pie, de forma que perdió el equilibrio y trastabilló. Ángel se lanzó a sujetarlo aunque la muchacha, desconfiada y cautelosa, se quedó donde estaba: si el hombre caía, no tendría ningún problema en volver a donde estaban. En cambio, si ella caía, a no ser que fueran lo suficientemente rápidos para alcanzarla, no tendría esperanzas.

Ni el chico tampoco.

Justo cuando los dedos de Ángel se cerraron en torno al brazo del líder, tirando de él hacia atrás, este se movió con una rapidez devastadora, levantándolo del suelo lo suficiente como para tirarlo al vacío.

En un instante Kioni soltó un chillido mientras el gorrión se lanzaba tras su dueño con un silbido. A continuación fue a lanzarle un puñetazo a Raúl, quien la esquivó ágilmente, sujetó su puño y se lo retorció detrás de la espalda. Ella se limitó a soltar un gruñido de dolor, intentando mirarlo por el rabillo del ojo sin mucho éxito.

-¡Pero qué leches te pasa! ¿Quieres matarlo, pedazo de...?

-¡Kioni, tranquila! ¿Vale? ¡Tranquila!

El grito de terror que subía de la ladera de la montaña fue haciéndose cada vez más débil, a medida que el joven caía, caía y caía... Sin esperanzas de sobrevivir, asumiendo su muerte en un último instante de pánico. Contempló cómo el suelo se acercaba cada vez a más y más velocidad, o él se acercaba al suelo, ¿qué más daba? El suelo era sólido, y él también, y eso era lo que importaba.

Unos diez o quince segundos antes del desafortunado encuentro entre materia, algo pareció activarse en su mente, algo nuevo, neuronas que nunca antes habían reconocido estar vivas, neuronas que recorrían su cerebro, su espina dorsal y sus alas, sus grandes y poderosas alas que, por culpa de la falta de uso, estaban débiles y desentrenadas. Se abrieron a su espalda, desgarrando su camiseta, ocupando un espacio que jamás se habría imaginado, chocándose e hiriéndose con cada rama que se encontraban.

No importaba mucho porque estaban cumpliendo su función: hacían la caída más lenta. No lo suficiente, sin embargo, como para evitar daños importantes. Y luego estaba ese otro problema: por mucho que intentara alzarse hacia el cielo, no sabía volar. Y ni siquiera las pequeñas garras del gorrión, que ya comenzaba a notar en su brazo, podían hacer nada.

Justo cuando cerraba los ojos, esperando el dolor, una fuerza invisible tiró de él hacia arriba, cortándole la respiración. Solo que no era una fuerza invisible, sino unos brazos musculosos que lo rodeaban por el pecho y lo alejaban del suelo, ajenos a las alas que no paraban de sacudirse desesperada e incontroladamente a medida que ascendían.

-Uf- suspiró una voz grave y entusiasmada sobre él-. Debo admitir, Ángel, que he estado a punto de lanzarme detrás de ti antes de que empezases a mover esas alitas tuyas... Aj- jadeó-. Pesas bastante para tener los huesos huecos. Y deja de mover las alas como un pollo recién nacido, por favor. Vamos... a enseñarte un poco de coordinación.

Marco lo colocó encima de él, con los ojos por delante, consiguiendo que gritara y sacudiera las alas más todavía, lleno de terror, viendo el amplio paisaje extendiéndose bajo sus esbeltas siluetas, ignorando a Líber, que volaba delante de ellos, aparentemente desorientado.

-¡Ángel! ¡Venga, chico, escúchame! No te dejes llevar por el pánico, ¿vale? Mira al pájaro. ¡Mira al pájaro! Sacudidas fuertes y amplias, ¡fuertes y amplias! Ni muy rápido ni muy lento. Los pájaros no tardan mucho en aprender a volar, ¿sabes? ¡Y tú tienes un bonito cerebro, así que úsalo! ¿Entendido?

Pero no le dio tiempo a contestar, simplemente lo soltó y se apartó velozmente, dejándolo solo frente al viento. Durante los primeros cinco segundos se limitó a caer, llevado por el miedo, incapaz de mover sus alas de una forma lo suficientemente eficaz como para levantar su cuerpo, para alzarlo, para alejarlo del suelo y acercarlo al sol. Se sentía tan impotente como Ícaro cuando desobedeció las órdenes de su padre.

Y entonces vio a Líber. Vio sus aleteos fuertes y seguros. Se repitió las palabras de Marco en su mente: "Mira al pájaro... Sacudidas fuertes y amplias..." Y por primera vez en su vida, sintió sus alas de verdad, las hizo parte de sí, como si de un brazo o una pierna se tratasen, y supo que podía moverlas voluntariamente. Como si de un brazo o una pierna se tratasen. Y las sacudió tal y como le habían indicado, arriba y abajo, trazando un amplio círculo con las dos, ni muy rápido ni muy despacio.

Yyy probablemente no os pueda echar mucha cuenta en estos días, porque ya mismo empiezo los exámenes Dx Así que intentaré teneros contentos, pero no publicaré más de una entrada por semana en un buen tiempo.