(Capítulo 10)
Por supuesto,
ellos ya sabían dónde estaban. Hacía ya días, Ángel había tenido que apañárselas para escapar,
y obviamente no le había salido muy bien. No lo culpaba. Marco y
ella se habían marchado, lo habían dejado a su suerte sin que ni siquiera
supiera volar. Y no podría haber aprendido de un momento a otro, ¿cierto? No,
en eso también tuvieron gran parte de la responsabilidad. Otro motivo más para
sentirse culpable. ¿Cuántos soldados habría ya por allí? Si lo cogían...
Se deslizó cuesta
abajo por la montaña, buscando huellas del joven. Cuando por fin se topó con
pruebas de que alguien había pasado por allí - había ramas rotas y hojas
pisadas por todas partes -, decidió tomar otro camino, creyendo que sería más
seguro y sabiendo que Marco y Raúl habrían ido directamente tras él.
La roca se
bifurcaba de tal forma que un camino estaba por encima del otro. Por suerte,
Ángel parecía haber descendido, lo cual le permitía ir por la zona más alta
para así tener una mejor vista. O eso esperaba.
Al cabo de unos
cinco minutos tuvo suerte. Más o menos. Lo encontró. Aunque, desgraciadamente,
no había sido la única. Parecía ser que era acechado por bastante gente...
Por un lado,
los otros alados no habían aparecido por allí todavía; seguirían buscándolo.
Sin embargo, el chico iba caminando, murmurando para sí, parecía ser que
intentando concentrarse para alzar las alas, y a continuación intentando
relajarse, quizás creyendo que lo conseguiría de forma natural.
El perro,
aunque esperaba la orden, tenía bien claro cuál era su objetivo. Sus patas
musculosas estaban tensas, y sus orejas se encontraban bien erguidas para
captar el máximo ruido posible. La belleza mortífera de aquellos animales
siempre la habían impresionado. Una lástima que marcaran a la víctima
equivocada.
Un soldado le
hizo un gesto al otro. Llevaban chaleco antibalas y la cabeza protegida por un
casco, junto con dos armas bien grandes, cuyas balas serían capaces de
atravesar el metal como si fuera mantequilla. Todo de última generación, todo
aparentemente excesivo para acabar con un puñado de personas con alas.
En un momento
estaban detrás del joven, gritándole que se detuviera, apuntándole con sus dos
inmensos cañones y amenazándolo con un perro gruñón y violento. Durante esos
tres segundos en los que los hombres... el hombre y la mujer, más bien, le
quitaban el seguro a sus armas y se ponían en posición, alertas, mientras el
chico alzaba las manos y se daba la vuelta lentamente, Kioni sujetó su arco con
fría determinación y comenzó a colocar una flecha, deslizándola suavemente
fuera del carcaj. Se colocó detrás de un fino tronco que apenas la ocultaba; lo
suficiente, esperaba.
-Vaya, vaya,
¿qué tenemos aquí?- espetó la soldado de forma despectiva, aunque su voz
temblaba ligeramente-. Rubio, arrastrando las alas... No serías tú el que tumbó
a nuestro compañero el otro día, ¿verdad?
-Elsa, ¿no nos
llegó información de él hace tiempo...? Por el norte, por ahí...
-De Aragón.
Claro. El pequeño delincuente del orfanato... ¡Derriba!
La orden casi
la pilló desprevenida, pero justo al tiempo que el animal se lanzaba a por
Ángel, la flecha salía disparada de su arco, propulsada por la cuerda tensa y
resistente, que acumulaba la energía suficiente para que la afilada punta
atravesara limpiamente el costado del cánido, tirándolo al suelo con un gemido.
Intentaba levantarse, pero era imposible: si no le había dado en el corazón, le
había dado por lo menos en un pulmón. Enseguida sintió la culpabilidad
corroyéndola, y se la intentó quitar de encima como siempre. No tuvo mucho
éxito.
-¿Pero qué...?-
musitó la mujer, atónita. Entonces el hombre se adelantó rápidamente, cogió al
chico del brazo y tiró de él hasta colocarlo como escudo, sacando una pistola y
apuntándolo a la cabeza.
-Sea quien
seas, sal lentamente con las manos en alto. Cualquier movimiento estúpido y
dispararemos a tu amigo.
No tardó en
notar cómo le hervía la sangre de rabia; no podía evitarlo, se enfadaba con
mucha rapidez, cosa que demostró cuando respondió con desprecio, aún con la
protección de su pequeño tronco:
-Es curioso que
digas eso con tanta confianza cuando tu amiga
está a un tiro de morir. Ni lo intentes, guapa- añadió rápidamente al ver que
la mujer estaba a punto de cubrirse-. Da un paso y estás muerta.
El silencio
reinó en la montaña de una forma artificial, antinatural. Todos estaban a
riesgo de perder algo. Y la pérdida de uno significaba también la del otro. De
ahí que ninguno de ellos se atreviera a dar el primer paso, consciente de cuál
sería la reacción del otro. El soldado con el frío metal pegado al cráneo del
chico, la joven con una flecha apuntando directamente al pálido cuello de la
mujer. Apenas era consciente de que le dolían los dedos de tanto tensar la
cuerda.
-¡Dispara!-
ordenó una voz grave y ronca, y sin ni siquiera darse cuenta le había
atravesado el cuello a la soldado.
Ángel
retrocedió rápidamente mientras esta caía al suelo con un golpe sordo y Kioni
soltó una exclamación ahogada, soltando el arco inconscientemente y cruzándose
de brazos, como intentando protegerse de algo, aunque no sabía de qué. Había
tenido que matar animales. Había tenido que pegar a personas. Pero nunca se
había visto en el compromiso de matar a nadie. Hasta ese momento, claro.
Mientras Raúl
seguía forcejeando con el hombre, aleteando desesperadamente para levantarlo
del suelo, Marco llegó, veloz como un águila, se colocó delante del soldado,
hizo un movimiento rápido y de repente este dejó de patalear y resistirse. El
jefe lo soltó, se retiró y el cuerpo cayó al suelo como una muñeca de trapo,
con el cuello torcido en una posición extraña y grotesca.
El silencio que
los golpeó a todos en ese momento fue mucho más violento y frío que en la
ocasión anterior. Todos habían sido víctimas y culpables de lo que había
sucedido, y todos podrían haberlo evitado, de alguna forma u otra. Ahora, en
cambio, compartían un terrible secreto.
Yyy espero poder subir otra entrada esta semana. Una que además es muy especial ;)
Buen finde, y si la disfrutáis, ¡feliz Semana Santa! <3
¡Hey!
ResponderEliminarME ENCANTA COMO HAS PUESTO EL BLOG. Es la leche ^^.... Tan sublime...
Y, para variar, el capítulo está perfecto *^*.
Ahora me has dejado intrigada ¿cuál es la entrada muy especial? Necesito saberlo... No soy muy paciente XD.
¡Un beso! <3
Muajaja te tendrás que esperar ;) Y gracias, aunque sigo peleándome con blogger para que me obedezca (es como cuando tienes que pasarte el último gimnasio y te pasan un pokemon al nivel 100, hace lo que le da la gana xD)
EliminarUn besazo <3
Lol, me encanta la comparación con pokemón... Aunque a mí eso no me ha pasado nunca XDD.
EliminarVenga, dímelooooo.... Porfaaaaaa.
Prrrrrr <3
Lol xD Y si has vuelto para ver si te había contestado a lo de la entrada, te vas a seguir llevando decepciones, no lo pienso decir (lo publicaré el miércoles o así :P)
EliminarY no vale hacer la pelota e.e
Muy bien el capítulo, como de costumbre ^^ No sé, tengo ganas de saber como continúa.
ResponderEliminarY ya te lo he dicho pero me gusta cómo has dejado el blog, está muy chulo :)
¡Un beso!
Musias grusias Val *;__;* Y seguiré intentando mejorarlo, si le da la gana de hacerme caso Dx
EliminarUn beso ;D
Tengo que ponerme al día con tus capítulos, así que por el momento aún no he leído este. Pero lo leeré y volveré para torturarte con un comentario largo jejej
ResponderEliminarDios mío, la foto del perro es horrible :O
Me gusta cómo ha quedado el blog <3 Has hecho cambios incluso en los colores de los comentarios jajaj
¡Un beso!
Lol ok xD Y el perro se supone que tiene que dar miedito...
Eliminar¡¡Graciaaas!! Pero lo de los colores de los comentarios se puso solo, y todavía no sé cómo cambiarlo... Aunque me da pereza xP
Un beso <3