Capítulo 10
-Pst...
Kioni...
La joven se dio
la vuelta, bajando los puños, sudorosa. Se había cubierto los nudillos con
esparadrapo, para amortiguar el impacto de los golpes; a pesar de todo, sentía
las manos entumecidas y doloridas, magulladas. La camiseta de tirantas que tenía
puesta se pegaba a su cuerpo por culpa del sudor, salado y pegajoso. Los
pantalones negros y ajustados, además, absorbían el calor especialmente bien, y
los sentía como si de la muda de una serpiente se tratase, como si sobrasen,
asfixiantes.
-¿Qué quieres?
-Espera, ¿qué?
¿Qué te hace pensar que voy a ayudarte?
El otro hizo
una mueca.
-Bueno, eras la
única que podría haberlo hecho. Annie es demasiado responsable. Tenía que
intentarlo... En fin, siento molestar. Sigue dándole caña a ese cacharro.
Se dio la
vuelta para marcharse, con el gorrión piando a su alrededor. Incluso aunque
fuera un alado más, poseía una peculiaridad innegable. Como si... Como si fuera
un ángel al que hubieran echado a patadas de aquello que llamaban Cielo. Como
si su vida... nunca hubiera sido fácil. Allí ninguna lo era, pero su rostro...
denotaba que en algún momento había gozado de algún tipo de tranquilidad. Sabía
qué era lo que había perdido.
Recordó cómo le
había apartado un mechón rubio de la cara la noche anterior, mientras dormía.
Parecía tan inocente... La amargura que siempre mostraba había desaparecido.
Chasqueó la
lengua con irritación y fue detrás de él.
-¡Ángel!
¡Ángel, espera!
El aludido se
dio la vuelta, y cuando vio quién lo seguía, esbozó una amplia sonrisa, sabiendo
que lo había conseguido.
-Te ayudaré-
accedió la chica, resignada-. Igualmente, ¿por qué quieres salir?
-No me gustan
los sitios cerrados. Siempre he necesitado salir un rato a tomar el aire. En el
orfanato, primero, iba al cementerio- comenzó a explicar mientras se dirigían a
la salida.
-¡Ja! ¿Al
cementerio? ¿Por qué?
-Era donde se
encontraban los únicos que se parecían a mí- contestó, encogiéndose de hombros.
La otra no añadió nada más. Lo comprendía-. Después, en el Ojo Negro comencé a
salir a correr. Tenía que esquivar a la gente, claro. Especialmente a la
policía. Pero es como si me hubiera convertido en un experto.
Calló cuando
vio que Kioni sonreía con malicia. Frunció el ceño y la miró, inquisitivo.
-Te rebelas y
pataleas, aunque al final eres como los demás. Todos odiáis este antro... Y
admito que no es el mejor lugar para vivir, pero... No sé, a mí no me parece
tan horrible.
-Vaya, pues lo
siento si soy como los demás- repuso con ironía-. Me gustaría poder decir que
me encanta estirar las alas, pero... resulta que mentiría- puntuó con una mueca
amarga.
Bueno, ya sabes que me gusta mucho leer estas cosas, aunque siempre tengo la sensación de que me repito xD A ver, me gusta mucho, pero me siento como si e hubiera la mitad de sus vidas y tuviera unas lagunas enormes, que me dan ganas de rellenar (mi lado neurótico, supongo xD), así que es de suponer que lo hace bien ¿no? ;)
ResponderEliminarBueno, pues eso, que me ha gustado mucho, además, este lo ha hecho en particular ^^
¡Un beso!
Vuot? No lo he entendido del todo xD ¿Lagunas? Si quieres te lo envío... ¿Quién hace bien qué?
EliminarLol me alegro de que te haya gustado xD
¡Un beso! <3