(Capítulo 9)
Los demás
fueron abandonando la sala, Beatriz la primera y Kioni la última, a quien Marco
le encargó volver por la noche para vigilar el estado del recién llegado. A
pesar de que a la chica no le hizo ninguna gracia, asintió con decisión.
Entonces se volvió y se fue, como los demás. Antes de que pudiera darse cuenta,
estaba solo con aquel hombre tan exasperante, que lo primero que hizo fue
lanzarle una mirada de condescendencia.
«¡Oh, por
Dios!», estuvo a punto de gritarle. Ya estaba lo suficientemente cabreado como
para que encima lo trataran como si fuera un mocoso estúpido e ingenuo.
-¿Estás mejor?
«Como si te
importara.»
-Sí, gracias.
Ángel contempló
con el ceño fruncido cómo se acercaba a la mesa y miraba la planta con cara de
asco. A continuación paseó la mirada por la habitación, bajo la constante
vigilancia del joven, con una expresión de aburrimiento que no ocultaba por
completo su preocupación. Volvió a mirarlo a la cara y, por fin, rompió el
silencio.
-Me gustaría
hablar contigo.- Le dio la vuelta a la silla, cuidándose de no rozar la hoja
que había en la mesa, y se sentó, inclinándose despreocupadamente hacia delante
con los codos apoyados en las rodillas-. Hemos empezado con mal pie, lo sé.-
«¿En serio? ¿Has llegado a esa conclusión tú solo?»-. Pero no tendría por qué
ser así. Me odias por dejarte tirado el primer día. Y porque te parece que soy
un chulo y un pedante. Me he dado cuenta.
-Eh, eh, para
el carro. El primer día ni me conocías. No me debías ni me debes nada.- Y lo
decía totalmente en serio-. Lo que me fastidia es que vayan por ahí presumiendo
de que me van a salvar la vida y me van a solucionar todos los problemas,
porque primero: tuve que escapar yo solito, y repito, no es una acusación; y segundo:
todavía no sé volar. Puede que nunca aprenda. ¿Qué más da, joder? Todas las
personas que he conocido hasta ahora sobrevivían perfectamente sin tener estas
malditas alas.
-Pero ellos no
son tú. Ellos tienen un modo de vida distinto, una anatomía distinta, y es lo
que te pone en peligro. Te temen, es su instinto natural.
-Como si
pudiera hacer algo contra sus ejércitos... Mis alitas suaves y esponjosas
contra sus tanques...
-El problema
está, precisamente, en que ellos creen que sí. Que somos extraterrestres, que
somos ángeles, que somos demonios, seres sobrenaturales... En cualquier caso,
creen que tenemos la fuerza necesaria para derrotarlos.
-Vale, ¿a dónde
quieres llegar?
-Tienes que...
-Nonono, si me
vas a decir tú también que tengo que superar mis miedos para poder volar libre
y feliz como corresponde con mi condición de ser alado, puedes ir pensándotelo
mejor, porque mi respuesta es: que te den.
Líber, apoyado
en la lámpara apagada que había sobre la mesita de noche, silbó, notando la
alteración de su dueño, quien llegó a pasar de él completamente. Mientras, el
adulto fruncía el ceño.
-Mira, no hace
falta que te pongas así, ¿de acuerdo? Solo quería ayudarte. Quería decirte que
debes tener cuidado con lo que haces y a dónde vas. Porque la gente del mercado
es comprensiva, pero la mayor parte de la gente pobre, incluso muchos de sus
clientes, te venderían al gobierno o al ejército por una buena recompensa. O
por algo de dinero, punto.
-Eso ya lo sé-
musitó, cuando la realidad era que, al llegar a Murcia, se lo había planteado
sin analizar la posibilidad. No mostró demasiada reticencia, no fue lo
suficientemente cauteloso al decírselo a Zorro.
De nuevo, ahí
estaba la angustia. Marco pareció darse cuenta.
-Tranquilízate,
no es necesario que te marques una paranoia, ¿vale? Lo pasado, pasado está. Y
obviamente nosotros no vamos a entregarte a ningún sitio.- Sonrió-. Si no,
estaríamos todos jodidos.
Lentamente, el
muchacho comenzó a aceptar su amabilidad. Parecía realmente preocupado,
realmente atento por la situación de sus hermanos, de su especie, de aquellas
criaturas tan raras con esas alas tan raras. Fuera de lugar. Siempre estarían
fuera de lugar.
-Eso sí- añadió
entonces el adulto con voz sombría, sacándolo de su ensimismamiento -, los demás tienen razón. No digo que tengas
que volar. Pero tienes que aceptar lo que eres y acostumbrarte a ello. Y no me
grites.- «No pensaba hacerlo.» Se levantó-. Por cierto, en cuanto a Annie... No
me malinterpretes, pero... Es muy buena, con todo el mundo realmente, por si
acaso... Es decir... Por si crees que te trata de una forma especial o...
Vamos, puedes hacer lo que quieras. Aun así, es mayor que tú... Igualmente, es
muy sensible, y si me enterara de que... Me enfadaría mucho, ¿sabes? Yo... En
fin, confío en que me entiendas- sentenció, mirándolo con una mezcla de
complicidad, vergüenza y fiera determinación.
Debió asumir la
respuesta, porque le dio la espalda, informándole que enseguida volvería, y se
marchó. La verdad, aunque se había liado a soltar una sarta de palabras
incoherentes, lo había entendido perfectamente. No le intimidó. Al contrario,
hizo que se ablandara un poco. Parecía que el creído, al fin y al cabo, sí
tenía sentimientos.
Y como no tengo mucho más que decir, os dejo xD Sí, lo sé, subo cosas cuando puedo, pero con el poco tiempo que tengo libre, pocas ganas tengo de escribir, así que la mayoría que subo, además, son de cosas que tengo hechas. Sori :( Algún día recuperaré el ritmo (probablemente y si todo sale bien, en verano :3)
PD para Valquiria: en el fondo entiendo que Ángel te caiga mal, pero es que tenía que ponerle esa personalidad xD