Pues nada, a continuar con la novelilla, como os prometí :) (siento no haber publicado nada de esta historia en mucho tiempo jeje xP) En esta parte ya empieza un poco la acción, así que espero que os guste. (Aquí tenéis la primera parte y la segunda).
(Capítulo 3)
-Padre
Javier... ¿qué hace aquí? ¿Ha visto a Ben?
-Lo he visto
escabullirse por los pasillos. Y, antes de que digas nada, debes saber que
recibirá su castigo- añadió con serenidad y tristeza-. Mayormente, por
ponérmelo más fácil.
-¿Qué...?- Sin
saber por qué, su corazón volvió a latir con fuerza-. Padre, ¿ocurre algo?
-Perdóname,
Ángel, perdóname por mi pecado mortal... Es lo único que puedo hacer- gimió el
cura con voz penosa.
Su mirada se
deslizó rápidamente hacia su mano. Sujetaba un cuchillo limpio, plateado y
reluciente. Recordaba haberlo visto en la cocina, la hermana Celena lo usaba
para cortar los trozos más duros de carne. Luego volvió la vista hacia el
director, pálido y confuso, sintiendo que la náusea se apoderaba de él. La
expresión de este era profundamente arrepentida y culpable, desoladora, absolutamente
transparente. No le quedó duda alguna de sus intenciones, pero tuvo que
preguntarlo:
-¿Qué pretende
hacer, padre?
-Solo quiero
proporcionarte una muerte rápida y apaciguada, hijo- sollozó-. Ellos quieren
torturarte, quieren quemarte vivo. ¡No puedo permitirlo!
-¿Cómo...?- Se
estaba mareando por momentos-. ¿Quiénes quieren quemarme vivo?
-¡Todos los
demás! Mis hermanos pecadores... Consideran que eres un demonio.
-¿Un...
demonio?- repitió, anonadado.
-Quizás tengan
razón, ¿qué más da? No permitiré que te sometan a las brasas. Querría...- Se le
quebró la voz antes de continuar-: Querría haberlo hecho mientras dormías, para
ahorrarte esta traición y esta decepción...
El cura se
abalanzó sobre él, cuchillo en alto, y el joven se apartó justo a tiempo. Aún así,
la afilada hoja se hundió en la emplumada musculatura, y la sangre comenzó a
manar. El hombre se retiró y observó la herida junto al chico, desazonado.
Ángel, por su parte, no tardó en sentir la oleada de dolor viajando a través
del ala izquierda.
-Por favor,
hijo, no lo hagas más difícil... Solo quiero protegerte de ellos...
-Una forma
curiosa de hacerlo, sin ofender- musitó amargamente el chaval, apretando los
dientes para soportar el ardor de la herida.
-Sé que estás
enfadado, ¿pero qué pretendes que haga?
-¿Avisarme para
que huya, quizás?
-¡No tienes
forma de huir, Ángel!- exclamó desesperado-. Son más rápidos y conocen la
montaña mejor que tú. No dejarán de buscarte. ¡Creen que tu lugar es el
Infierno!
-Si me mata,
entonces, iré igualmente- susurró a media voz.
-Pero te
conozco, Ángel, y sé que tu lugar es el Cielo. Has cometido errores, pero todos
los cometemos. Tú no eres peor que los demás. Solo quiero ahorrarte el
sufrimiento antes de una vida de plena dicha. Antes de que puedas regresar al
lugar del que procedes.
Parecía hablar
con tanta esperanza y sinceridad que se le encogió el corazón. ¿Tan fúnebre y
lóbrega encontraba aquella vida que esperaba poder encontrarse con algo mejor
después de la misma?
-¿Y que pasa si
no regreso a ninguna parte? ¿Qué pasa... si solo hay... nada?
La palabra
resultaba extraña y vacía. Enseguida supo por la expresión del padre que
aquella posibilidad le aterrorizaba, y que escucharla de sus labios le
provocaba un inmenso dolor. Se preguntó qué significaba su falta de fe para el
cura. ¿Que era un demonio? ¿Que, al menos, no era un ángel? ¿Que iría al
Infierno si lo mataba? Decidió aprovechar aquella perspectiva; pues aunque
sabía que aquel hombre no renunciaría a sus creencias, sí temería por su destino
en la otra vida.
-No se
arriesgue.
-Por favor...-
suplicó.
«Como si fuera
él quien estuviera siendo amenazado con un cuchillo», se dijo, aunque se
deshizo rápidamente del desprecio. Aquel era el hombre que lo había criado, que
no lo había abandonado en ningún momento. De forma desesperada o no, lo único
que estaba intentando hacer era salvarlo; no la vida, quizás, pero sí del
dolor.
-Soy yo quien
debería rogarle piedad. Comprendo sus intenciones. En serio. Pero es mi vida, y
debe permitirme elegir. Quizás me cojan. Quién sabe, quizás no.
-Pero lo
harán...
-O no- reiteró
el joven, sintiéndose más y más angustiado por momentos. Los minutos pasaban y,
si no había interpretado mal al director, no tardarían en ir a por él-. Por
favor. Considérelo. Si tanta fe pone en Dios, debería saber que él querría que
hiciese lo correcto, que todos lo hiciesen. Y ayudarme a escapar es mejor que
darme muerte, aunque la empresa no comprenda éxito.
El hombre se
quedó mirándolo con sus apesadumbrados ojos castaños, portadores de tanta
tristeza y desesperación que sobrecogían. Sin embargo, las palabras del joven
parecían haber aportado algo de esperanza a su expresión.
-Sabía que traerías
la paz, hijo. Y espero que la lleves al resto del mundo.
Frunció
ligeramente el ceño. ¿La paz? No, había hecho lo que había podido por
sobrevivir. Había rogado y había persuadido de una forma de la que no se había
creído capaz. Solo esperaba poder huir de aquella masa de paranoicos de la
misma forma.
Y hasta aquí la entrada de hoy. Espero que entendáis que la evolución del ambiente y de los personajes va a ser bastante importante, lo comprenderéis a medida que vaya subiendo partes :) De nuevo, me encantaría que me dierais vuestra opinión :D ¡Feliz Semana Santa una vez más! ¡Descansad!
Interesante... ¡Y desesperante! ¿Por qué me haces esto? ¡Haces que me pique la curiosidad y que me meta de lleno en lo que cuentas y, de pronto, ¡lo cortas! ¿Por quéééé? :'(
ResponderEliminarValem un poco más cuerda ahora, está muy bien, aunque me repatea un poco (solo un poco, un poquito chiquitito) que me cortes a la mitad *se enfurruña* ;)
Un beso, Irene :)
sabes que lo hago porque te quiero, y quien te quiere te hace sufrir <3 ;P jajaja!!
EliminarEso es una excusa barata para decir que disfrutas haciendo daño... ¡No, hombre es coña! Jajajajaja.
EliminarAhora en serio, no sabes lo mucho que me repatea...
Un beso :)
sori, hay que crear expectación ;)
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